Editorial. Seamos previsibles como aquellos próceres del verdadero rock que apilaban dosis de estupefacientes para no quedar en pausa en medio de un concierto. Ah... que tiempos de burbujas humeantes, de caños psicodélicos y tangas libres los locos años '70, los descontrolados '80, los lanzados '90 y los kirchneristas años del nuevo siglo. Marx decía, "trabajadores del mundo, uníos"... y los pelotudos se unieron para votar a sus patrones. ¿Será todo esto producto de la densa humareda que no permite advertir con claridad lo que nos dijo Pappo? "Hay que hacer un frente para eliminar a los tontos" ¿y por qué lo dijo? ¿después de escuchar las profundidades líricas de la canción que hace referencia a la ropa interior de la ignota Laura o al analizar los vaivenes del culo de una señorita por pedido de un wachiturro o quizá desglosando los versos de las rimas y leyendas de Gustavo Adolfo Becquer? Vaya uno a saber, lo cierto es que se desconocen las causas por las cuales hemos transitado este camino, sólo se puede agregar que en "El placer de los infiernos" somos previsibles y para demostrarlo comenzamos a puro rock and roll.