Por Fabián Solari - La 9° Feria de Coleccionismo Discográfico generó gran expectativa para los que somos amantes de la música pero en esta oportunidad no resultó demasiado interesante sobre todo si se la compara con las ediciones anteriores: duplicaron la capacidad física en cuanto a infraestructura ya que esta vez se llevó a cabo en una sala más grande que las ferias anteriores aunque la cantidad de stands era casi la misma que otras veces pero la calidad de la oferta disminuyó considerablemente en forma inversa al precio de lo que estaba a la venta y el calor que hacía ahí dentro se hacía sentir. ¿Discos
vinilos? poco material interesante; ¿cd's? sólo un par
de stands ofrecían buen material; ¿revistas y libros? bastante material sobre todo en
inglés a precios imposibles (un ejemplar de Hit Parader de mediados de los '80 estaba en promedio $120, sí, una revista); ¿remeras y accesorios? un vintage insulso caro.
Lo único que se mantuvo fue el valor de la entrada ($30 contra $25 de la feria anterior) y algunos
precios de material nacional en cd (el precio de los vinilos de bandas nacionales de edición nacional eran estratosféricos, por ejemplo, la edición de "No me detendrán" de Kamikaze de 1988 estaba $700, si llevabas el de difusión, $600...) porque lo importado - dicho por los mismos
puesteros sin sonrojarse desentendiéndose de la responsabilidad que
tienen en el precio de la oferta - se trata de equiparar a los precios del exterior. Dos días para una feria que se venía perfilando desde hace 8 ediciones como algo único en su especialidad terminó por ser un sálvese quien pueda a la caza de melómanos. Me traje "Refugiado" de Saúl Blanch y "O culto secret do..." de Anjo Gabriel. Una cosa debe ser destacada: la gente se quejaba livianamente de los precios pero gastaba. Quizá esta sea la argumentación que esgriman los puesteros para justificar los precios. Sería bueno que Star Events ajuste algunos detalles para que vuelva a ser lo que fue hasta la edición de marzo pasado, una feria de coleccionismo discográfico en la cual los valores de los vinilos no sean abusivos y la calidad de material recupere su status de antaño. Estoy convencido que Mikel Barsa lo hará porque sabe de qué se trata.