Uno de los guitarristas más virtuosos del
país habló con diario Hoy. Analizó la escena del rock nacional y se
refirió a figuras como el Indio Solari y Ricardo Iorio.
Nacido hace 57 años en el barrio del Bajo Flores de Capital Federal, Walter Giardino
fundó una de las bandas más emblemáticas del metal local, Rata Blanca,
que, a fuerza de éxitos como Mujer amante y La leyenda del hada y el
mago, supo vender una cantidad de discos inédita para el estilo.
Antes, Giardino también tuvo su momento con V8, el legendario grupo creado por Ricardo Iorio en 1979, que tuvo como vocalista al mítico Roberto Zamarbide. A lo largo de su prolífica carrera, el guitarrista supo grabar y tocar con leyendas del metal como Glenn Hughes (Deep Purple), Tarja Turunen (vocalista de Nightwish) y varios miembros de Rainbow.
Semejante currículum lo posiciona como una de las voces autorizadas
del país para indagar sobre la escena rockera local. En una entrevista
exclusiva con este medio, el músico repasó su vida, la actualidad
musical argentina y adelantó como será el show que Rata Blanca brindará hoy sábado a las 21, en 58 entre 10 y 11.
—¿A los 10 años te regalaron tu primera guitarra, ¿recordás tu contacto inicial con la música?
—Mi abuelo materno era violinista, de él heredé la música popular.
Mis primos me acercaron a The Beatles y Creedence. Entre todo esto,
aprendí a tocar folclore con la guitarra.
Luego descubrí los vinilos de Pappo, que fueron los que más me
llamaron la atención. A los 12 conocí a Deep Purple y me partió la
cabeza. Ahí decidí que quería tomar este camino.
—¿Cómo conseguiste consagrarte como guitarrista?
—Es muy difícil para mí decirlo, porque yo tenía una vocación muy
fuerte. Desde que agarré la guitarra, mi vida dejó de ser la misma. Fue
como conocer la espada del poder (risas). Dejé de trabajar, de estudiar,
hasta que convencí a mi familia que debía elegir este camino. La
vocación hace que uno se entregue. He conocido mucha gente con
posibilidades, pero no con pasión. Eso te hace valiente, te levantás
como músico y te acostás como músico. Yo lo hice en una época muy
difícil y confusa, durante la Dictadura. Además, en esos tiempos, había
muchas cuestiones que culturalmente evitaban que uno pudiera crecer. No
tuve la suerte de ver a mis ídolos.
—Eran otros tiempos. Vos no tenías la posibilidad de ir a un festival y ver a Metallica, por ejemplo, ¿a eso te referís?
—Exacto. Si a mí me hubiese pasado eso a los 14 años, seguramente
habría evolucionado y logrado cosas mucho antes. Me imagino los aportes
desde la parte formativa, técnica. O saber de amplificadores y
guitarras. Eran absolutamente limitadas las cosas que sabía sobre eso.
Con el diario del lunes te digo que, mínimo, me tendría que haber ido a
vivir a un país donde no hubiera una Dictadura. No me arrepiento de
haber estado acá desde el lado emotivo, por lo que viví junto a la gente
que me apoyó. Pero eran tiempos difíciles, muy raros. Eso siempre
influye en la carrera de alguien que quiere hacer las cosas bien. Quizá
estoy equivocado pero creo que debería haber más Walters, más bandas
como Rata Blanca, y un montón de cosas que no hay, como artístas
proyectándose a otro nivel.
—¿Cómo fue tu historia con Ricardo Iorio y Alberto Zamarbide en V8?
—Fue parte de mi carrera. Fui el primero en aclarar que creía que no
iba a funcionar. Cuando Iorio vino a mi casa del Bajo Flores para
pedirme que tomara la dirección de V8, porque fue en esos términos, dije
que no me parecía correcto. Pero que, si a él le parecía, podíamos
intentar. Eso fue lo que sucedió. Zamarbide hoy está, por lejos, mucho
más cercano a mí que a Iorio en cuanto a la forma de pensar. Pasaron los
años y hay un montón de cosas que él vio y me dio la razón.
—Con Adrián Barilari lograron algo importante para el género, ¿cómo ves su participación en Rata Blanca, a la distancia?
—Adrián llegó con la banda vendiendo miles de discos. Se insertó muy
bien, pero todo el trabajo fue anterior. Es parte de mi carrera y no
reniego. Ahora vivo cosas diferentes. En el verano tocamos en España,
con Iron Maiden, y nos felicitaron sus mánagers. Los españoles decían:
Rata suena más que Maiden. Algo pasó. Un fan de Maiden en Argentina
jamás te podría decir eso. No lo resistirían, no lo aguantarían. Pero
sucede, eh.
Cuando se alimenta el éxito o la masividad la gente se vuelca a eso.
¿Por qué baja el nivel de la capacidad musical o el virtuosismo? Porque
es fácil convocar gente sin tocar tanto, porque en la Argentina hay una
subcultura del aguante, del barrio. Yo nací en Bajo Flores, soy de
barrio, pero no me quedé tocando como cuando tenía 14 años. Las bandas
llegan, muchas veces, sin demasiado esfuerzo musical. Cuando vas a un
escenario internacional, ¿de qué te sirve el aguante? Si te subís con
Judas Priest, Deep Purple, Iron Maiden, ¿de qué aguante me hablás? Te
van a decir: este tiene que aprender a tocar.
—¿Cómo te llevás con la ciudad de La Plata?
—Yo tengo familia en La Plata, voy desde que soy chiquito. Es una
ciudad llena de recuerdos de infancia, junto a mis primos. Ir a tocar
allí me hace evocar estas cosas.
—¿Qué proyectás para el show del sábado?
—Estamos pasando por un gran momento, gracias al último disco
Tormenta eléctrica. Realizaremos una puesta de luces y sonido muy
potentes. Presentaremos lo nuevo y, como siempre, tocaremos lo que nos
pida la gente.
“El recital del Indio fue un mamarracho hippie”
Walter Giardino tiene más de 30 años arriba de los
escenarios y ha tocado para millones de personas a lo largo de su
carrera. Siendo un referente para muchas generaciones, el músico se
refirió a una de las tragedias más recientes de nuestro rock: el recital
del Indio Solari en Olavarría, que dejó un saldo de dos muertos y una
causa judicial que investiga a los culpables.
Sobre este tema, Giardino se mostró muy crítico con respecto a los
sentimientos que se generaron alrededor del excantante de Patricio Rey y
sus redonditos de ricota.
—¿Qué reflexión hacés sobre lo que ocurrió en el último recital del Indio?
—Yo no soy ni poeta, ni político, lo mío es la música y mis puntos de
vista no los mezclo. Yo veo que de música se habla poco. ¿Cuántas
bandas internacionales tenemos en la Argentina? Nosotros hace 20 años
que estamos tocando en Europa y Estados Unidos. Acá la mentalidad es muy
extraña. Tanto la que baja desde el mainstream, como la del público, al
que se lo trata como ganado. Rata toca para 200.000 personas en el
mundo, pero eso no sale en la prensa, porque no generamos tumulto, ni
muertos.
Todos sabíamos que esto iba a pasar. Y podría haber sido mucho peor.
Fue un mamarracho hippie e insostenible. Una cosa es tener un mamarracho
de 1.000, otro de 10.000 y otra cosa es uno de 150.000 personas. No
puede funcionar. Algo puede pasar. Porque está todo mal hecho. Me
sorprende la avaricia, la codicia con que se plantean las cosas. Estás
tratando como ganado a la gente que paga.
Él (Solari) está generando un doble discurso. El lujo es vulgaridad:
eso es doble discurso. Y la gente, en la Argentina, es estúpida. Se
volvió más tonta. No ve la realidad, tanto el que vota a Cristina como
el que vota a Macri. ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Estamos mejor? No.
¿Qué es lo que tenemos? Nada. ¿Cuántas bandas proyectamos al exterior?
Ninguna. Nos ganaron todo los de afuera, como en el fútbol. La Argentina
es un páramo de frustraciones, de mentiras, de humo. Y, mientras tanto,
hay gente que se queda con diez “palos verdes” y dicen: ¿Se murió?
pobre. Lo siento mucho. No le crean a los medios. Te venden pescado
podrido.
Él (Indio) es el que está vendiendo pescado podrido. Si no te gusta,
retirate. Hacé lo que quieras y listo. Igual no tiene la culpa, la culpa
no es del chancho. Ojalá que eso cambie, porque todos los que vienen
atrás, las bandas más chicas, la pagan. Si fallan las cabezas, cómo
querés que no falle el cuerpo.